martes, 15 de enero de 2008

El día en que todos quedamos gringos


Helo ahí, ad portas de la globalización, con su pelito muisca y sus rasgos caribes del más profundo espíritu chibchombiano. Todo un guerrero tropical. Y escribiendo en clave de rock. Cualquier desenterado del Bajo Sinú, si lo viera con su guitarra al hombro, diría que se trata de Alvaro Lemon, el Hombre Caimán; pero no. Es Efraim Medina, nuestro Breatney Spears criollo.

Que quién es Breatney Spears? Una que vive al borde. Otra.

Dicen las malas lenguas que todo empezó con Hemingway. Que éste recibía cheques de la CIA bajo-cuerda para que siguiera sustentando la propaganda americana en los albores de la Guerra Fría. Otros dicen que fueron las influencias rusas pasando por las francesas y otros más avezados dicen que los gringos somos así: que es nuestra manera de ver el mundo. Plana. Aséptica. Fría, desencantada. Simétrica y empacada al vacío. Tu cáncer y tu infarto bien vendidos para que mantengas a la industria farmacéutica y a las mafias de la salud con tus ahorros de años de trabajo sacrificado. O sea: mierda en bolsitas de celofán. Mierda comestible como un dólar-menú en Mcdonalds.

El caso es que el estilito se estableció y lo propagaron los beatniks en los 60's. Algunos entendían y se burlaban de ello, como Charles Bukowski por ejemplo. Usó el estilo para transmitir mensajes anárquicos de verdad y los llevó a la práctica. Lo único que logró fue la combustión inmediata, la autodestrucción desolada.

Frases cortas y claras. Estructuras sincopadas. Tal como lo exigen los cánones de la producción en serie. Sam Shepard y Richard Brautigan. Producir pequeñas unidades en cantidades industriales, que sean altamente digeribles y ligeras. Burroughs y Alan Gingsberg. Allí estaba; era el espíritu del universo ernest-hemingwayano, el cual pretendía afinar también con ciertos vuelos en la búsqueda de una nueva poética. La poética del american way of life. Vea, Ernesto, usted por qué no me ayuda a promocionar este modelo de vida?

Y lo logró. Lo lograron. (Ya antes Henry Miller había llegado más lejos pero fue satanizado). Hemingway se ganó el Nobel (no por sus historias, sino por la forma gringa en que las contaba) y la CIA logró infiltrar todos los estamentos de la cultura, por no hablar de todo el establecimiento. Quedémonos en festivales y bienales de arte. El chequesito 'por debajo' para decirle al mundo eso: que tu inconsciente colectivo había que llenarlo de corporaciones y de fábricas aquí y allá. You know, empleo y explotación para todo el mundo.

No solamente había que industrializar el planeta a un nivel físico. También había que llenarlo de humo negro y desperdicios tóxicos a un nivel mental. Y también la tele ayudó y ayudaron el cine y los periódicos. La cultura de la basura en un universo pop.

Hoy en día, para la fecha enero de 2008, todos los países tienen sus propias vedettes de literatura fácil. En Nueva York las librerías están atestadas con los representantes del hegemónico nuevo mundo gringo. Uno los puede encontrar en el mismo estante donde encuentra a los autores de autoayuda (al fin y al cabo están hechos para el mismo propósito). En las bibliotecas públicas ni hablar. Las gacetillas sacan cada diciembre los "200 bestesellers del año" con temáticas rock. Vas a las calles del guetto y te encuentras a escritores pop de todos los países. Se riegan por las ventanas como los caimanes en las viñetas de Condorito; hacen tiz-taz en el aíre como palomitas de maíz en un horno microondas.

Parece que la cosa hubiera explotado ayer y que nos sale natural. Nos estamos convirtiendo en el Michael Jackson polaco de la literatura; en el Jim Morrison argentino; el Douglas Coupland mexicano; el Kurt Cobain ecuatoriano; la Ophra japonesa; de todos los países llegan Bukowskis como arroz; Irlanda, España, Chile y hasta Cuba y Rusia ya tienen sus propios escritores pop.

Algunos comprenden por qué escriben así y saben donde están parados; cuáles son los alcances de su "osadía" hermenéutica. Otros escriben como escriben, porque les parece bonito, porque se les hace cercano a sus estructuras simbólicas o porque les gusta hacer el imbécil.

Pero una cosa es hacer el imbécil y otra muy distinta es explotar la imbecilidad innata. Nosotros los colombianos por fortuna, hasta la fecha, en nuestro adorado pensamiento medieval sólo tenemos a Efraim Medina.

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