jueves, 17 de enero de 2008

Existe la cumbia argentina?

"¿Existe la cumbia argentina?", preguntó el escritor. Y un documentalista distinguido por su Fundación le llevó a Colombia un CD con los éxitos del grupo santafesino.
Por: Juan Mascardi*. Especial para Clarín.com.

Soy un especialista en cumbia. Las palabras son certeras y no permiten grietas. Atrás de la frase hay una búsqueda de toda una vida. La cultura popular aflora. Las historias de Macondos y gitanos, de amores y soledades, de desiertos y caribes poseen una cadencia única. Pausa. El viejo respira tranquilo. Entre ironías finas y flashes de fotos digitales hay una pregunta que es una especie de confesión. ¿Existe la cumbia argentina? No lo sabía.

Los segundos frente al Premio Nóbel se congelan. ¿Cómo contarlo? Sólo dos palabras aparecen: Los Palmeras. Del encuentro con Gabriel García Márquez se desprende un camino de dos años de recorrido.

El ritmo del río
Cuando Guille me dijo que el Paraná tiene música propia me pareció una afirmación cargada de vulgaridad. Terrible vulgaridad. Pero Guille tiene razón. Esa tarde, asado y Toro con soda de por medio, en las islas frente a Rosario sólo sonaron los compositores de 'El Bombón Asesino'. Me taladraron los oídos. Una costumbre al estilo Guille, cuando suenas Los Palmeras, no hay otra opción.

La génesis de una idea es difícil de rastrear. Pero hay marcas que perduran. Como esa tarde en el río. Tal vez así haya nacido Gud Mornin Colón, el documental que aborda la difusión de la cumbia en las radios de baja potencia y que nos permitió recorrer gran parte de Argentina, Latinoamérica y España. Llegar a lugares insospechados y contar la historia de los personajes de las radios 'truchas' fue toda una experiencia. Más, cuando de interlocutor aparece un tal García Márquez.

Verduleros y basureros
Shinga Lima trabaja como recolector de residuos de la Municipalidad. El Mono Minsasián es el propietario de la verdulería El Sueño del Monito. Ambos son conductores radiales y se alzan como estrellas indiscutidas de Gud Mornin Colón. El día que nos enteramos que la Fundación Nuevo Periodismo -que preside el autor de Cien Años de Soledad- nos seleccionó entre los mejores programas de TV de Iberoamérica, sentimos que nuestros personajes, tan locales, tan cotidianos, tenían la posibilidad de universalizarse. También su música, con la cumbia a la cabeza. Y así fue.

La entrega del premio Cemex – FNPI tuvo lugar en Monterrey, México. Hacia Allí viajamos con colegas de toda Latinoamérica. Tres días a puro periodismo. Con el pico más alto en los encuentros con Gabo. Y de todos los diálogos compartidos, la mejor intervención fue su interés por la cumbia argentina. "Soy un especialista en cumbia, pero desconocía que existiera en Argentina", dijo el escritor. Ese fue el momento justo, el tiempo clave. ¿Maestro, usted no conoce a Los Palmeras?

Como un conjuro
En los '70, seis músicos de Santa Fe se reunieron para formar un conjunto de música tropical. Yuli Palmeras fue el primer vocalista y de ahí el nombre que bautizó al grupo: Sexteto Palmeras. La palabra conjuro para sintetizar 30 años de cumbia argentina. Y contarle a Gabo, el origen de nuestro documental. Inspirado aquella tarde de Río Paraná y asado.

Destino Cartagena
Como un designio supe que se abría un nuevo capítulo en el recorrido del documental que traspasaba la pantalla. En medio de una historia circular, sin comienzos ni principios, sentí la convicción de acercarle a Gabo un CD del tradicional grupo santafesino. Un mes después del viaje a Monterrey, me tocó armar las valijas con destino Cartagena de Indias, ciudad de residencia de García Márquez y sede de la Fundación Nuevo Periodismo. Hasta allí me acompañó: "Cumbia y Luna", "Fiesta en la selva", "Tropibaile Santafecino", "El bombón asesino", "La chica de rojo" " y el cover de los Redonditos de Ricota "La gran bestia pop". La música Palmeras llegó a Colombia, capital de la cumbia. El CD fue entregado en la Fundación con la promesa que llegue hasta el Gran Gabo. Si el maestro lo escuchó, eso forma parte de otra historia. Misión Cumplida.