viernes, 23 de abril de 2010

Suicidarse en serio


Era buena hija. Buena trabajadora, un poco "rebelde", tenía su temperamento, pero responsable. Que se tomaba muy en serio los proyectos en los que se montaba. Gozona, echada pa'delante. Pero no estaba preparada para los chistines, los ligeros, la frivolidad del ámbito y, sobre todo, no estaba preparada para la voracidad humana.

Quién sabe quién se la comió por dentro; quién dijo algo. Entonces, se mamó de todo, de la familia, de la estúpida vida de las cámaras y los micrófonos. Miró hacia abajo, no lo pensó e hizo la cosa más en serio que pueda hacer una persona, por mucho que se asuma como una negra broma entre la opinión pública.

El suicidio de Lina Marulanda no es un suicidio light. Nada de una pataleta rockera. Un impulso poco fronterizo. La arrojada de quien nunca merodeaba por el borde. Arrancar desde el centro, pasar de largo lo excéntrico y volar.

Los medios no la captan. Quieren tapar a Lina como taparon a Maria Mercedes Carranza, no le den prensa a eso, que estaba de broma.

Pero la modelo no estaba para charlas. Voló y se mató muy en serio, dejó su mensaje, una manchita en el pavimento. Entre tanto punketo baboso que hay en Medellín, una paisa fresita de la zona rosa de Bogotá, fue la más punkera de todos.