sábado, 4 de julio de 2009

Comentarios de camerino y reconocimiento del terreno

Mucho se ha hablado de la violencia. Violencia mundial y ultra violencia colombiana. Violencia de machete y violencia a bala. El hombre es un lobo para el hombre, dice un escritor. Pobres lobos, digo yo. No merecen que los comparen tan feo.

Pero no es esa violencia la que me empuja a recopilar estas cinco historias, rescatadas de un baúl. (Bueno ... no será el baúl póstumo de Andrés Caicedo, ni de Cortázar, ni de Hemingway. Pero es mi baúl, el baúl de William Zapata, el cual, igual, es un baúl de un muerto porque ha sido abierto 9 años después de haberme ido de Colombia, cuando ya no soy yo, cuando ya nadie escribe en papel; cuando no reconozco a esa persona que en los 90's llenó tantas agendas con tantos guiones cinematográficos y cartas y relatos y novelas, etcétera, etcétera; en fin, cuando soy otro volviendo a la casa de mi madre, después de haber renacido decenas de veces en este siglo 21.

Es otra clase de violencia la que me empuja a recopilar este libro. Es una violencia sutil y más sofisticada y hablo de la violencia femenina. La violencia que tal vez más violencia puede generar. O sea: la violencia no física.

Créanme: no me estoy haciendo la víctima. Estoy limpiando la chimenea, como le diría un paciente a Freud, en los inicios del sicoanálisis.

Perdón si les salpica un poco de hollín.

Agradezco por último a mi editora más implacable y devota, mi hermosa compañera de viaje, Catlina Vivas, quien se ha encargado de montar los siguientes textos.